Recent Posts

miércoles, 3 de marzo de 2010

Segunda escala: Claudio, el ocasional


Después de la charla con Patricio me sentí terriblemente mal... Y sola...
Entonces apareció Claudio...

Hacía poco tiempo que se había incorporado como piloto y era nuestro primer viaje juntos. No pude dejar de reconocer lo atractivo que era y me esmeré en cada una de las palabras que le dije y en cada una de las sonrisas que le dediqué.
Llegamos a Río y el viaje de vuelta se suspendió por un desperfecto en uno de los motores. Trasladaron a toda la tripulación a un hotel cerca del aeropuerto hasta solucionar el problema.
Reconozco que me alegré ya que no tenía nada ni nadie que me esperara en casa ( a excepción de Homero, mi canario).
Aparte... Claudio me gustaba... Mucho.
Comimos todos en el restaurant del hotel.
A pesar de las sonrisas que le dediqué durante la comida pareció no notarme.
Y me gustaba cada vez más... Su indiferencia provocaba en mí un genuino deseo...
Cuando terminamos de comer cada uno se fue a su cuarto.
Me acosté y no podía conciliar el sueño. Pensaba que Claudio estaba a solo unos metros de distancia y la sola idea hacía que me excitara.
Me levanté y me puse un jean y una remera sin ninguna ropa interior abajo.
Fui hasta su cuarto y toqué suavemente a la puerta.
Abrió.
Lo miré y sin más entré y me dirigí a la cama.
Me saqué la ropa rápido y sin decir una palabra.
El me miraba también en silencio.
Me recosté desnuda esperándolo.
Y no tardó en venir hacia mi...
No hicimos el amor. Tuvimos sexo.
Apenas terminó se fue a bañar y me quedé sola en la oscuridad.
Cuando volvió me dijo:

- Tenés que irte.
- ¿Por?
- Prefiero estar descansado para mañana. Seguramente el problema en el motor se va a solucionar en unas pocas horas.
- ¿Te molesto?
- Si.
- Hace un rato no te molestaba...
- Fue sexo Isabel... Solamente sexo, ¿0k?
- Como digas...

Y me levanté y me puse la ropa.
Cuando llegué a la puerta me dí vuelta y le dije:

- Me gustó acostarme con vos...

Me miró y me dijo secamente:

- No sos la primera que me lo dice. Mi mujer me lo dice todo el tiempo...

Me fui a mi cuarto.
No pude dormir.

Solo podía pensar en cuánto me gustó acostarme con él...












domingo, 14 de febrero de 2010

Primera escala: Patricio, gay



Mi interés por Patricio despegó un día que aparentaba soleado y de viento calmo aunque las nubes de tormenta terminarían estrellándome como a los pasajeros de Lost.

Intercambiamos un par de palabras en el aeropuerto de Ezeiza y otro tanto en vuelo. Era la primera vez que me tocaba viajar con él aunque ya había escuchado rumores sobre su atractivo. Lo raro de esos comentarios era que provenían tanto de mujeres como de hombres, aunque al momento de conocerlo poco me importaron las habladurías sobre su indefinición sexual.
Era increíblemente lindo. El azul del uniforme de comandante de abordo le hacía juego con los ojos y la gorra le daba un toque tan Tom Cruise que era imposible resistirse.

Así fue como entre carros llenos de maní en sobrecitos y bebidas enlatadas nos fuimos conociendo. Aduana va, aterrizaje viene, al cuarto vuelo juntos me invitó a cenar.
Confieso que me temblaban las piernas cuando lo vi en el lobby del hotel, con un jean ajustado y remera negra. Supuse que mis horas frente al placard no habían sido en vano cuando me dijo que estaba linda, aunque de los nervios no pude ni balbucear un tímido gracias.

Cenamos, tomamos un buen vino y nos acostamos en la primera cita.
Si hoy me preguntaran qué tal fue el sexo de esa vez diría un reglamentario bien. Nada que lo ubicara en el podio de sementales aeronaúticos pero tampoco algo que impidiera un segundo encuentro bajo las sábanas.
Pero la segunta cita nunca se dió.
Seguimos viéndonos, pero nunca volvimos a acostarnos. Al principio pensé que podía ser porque no quería ningún tipo de compromiso con alguien que estaba todo el tiempo de viaje... Como él. Pero no. Muy a mi pesar me convertí en una especie de amiga asexuada con la que se compartía una bebida en algún aeropuerto o un chiste en la cabina de un viaje tedioso. Y nada más.
Un día, en pleno vuelo nocturno mientras la mayoría del pasaje dormía, lo encaré:

- Quiero hablar con vos, Patricio...
- ¿Qué pasa Isa?
- Bueno, nada... Es que no volvimos a estar juntos y la verdad... Extraño sentirte dentro mío.

Mientras le hablaba, mis manos acariciaban su entrepierna. Me tomó con suavidad de las muñecas y me apartó.

- Basta Isa... Basta. ¿Es que no te diste cuenta?
- No... ¿De que tendría que haberme dado cuenta?
- Soy gay Isa... Lo de la otra vez... Fue un error.
- ¿Yo fui un error en tu vida? ¡Maldita sea! ¿No significó nada para vos?
- No dramatices por favor... Seamos amigos, ¿si?

Contuve las lágrimas y asentí con la cabeza. Se me cerraba la garganta de la bronca y la humillación. Así y todo me contuve. Me acerqué y le di un beso en la mejilla.

- ¿Amigos?, me dijo
- Amigos, contesté, mientras me alejaba rumbo al baño para llorar a gusto sin que nadie me viera.

Debut y despedida...
La historia de mi vida...

miércoles, 3 de febrero de 2010

Un amor en cada aeropuerto

Bienvenidos al blog de Isa... Una chica indecente... Favor de permanecer sentados durante el despegue, poner los asientos en posición vertical y mantener el cinturón de seguridad ajustado. Por ley de aeronavegación internacional está absolutamente prohibido fumar dentro de la aeronave. Aerolíneas Indecentes les desea un viaje placentero. Gracias por elegirnos...

...............................................................................................................................

Me llamo Isabel y me dicen Isa. Soy azafata y estoy atravesando mis treinta. Sola. Completamente sola... Salvo por Homero. ¿Quién es Homero? Mi canario, que me ve muy de vez en cuando porque mi vida transcurre entre aviones y aeropuertos.
Sola, siempre sola.

Hubo un tiempo en que no estuve tan sola...

Mi primer amor fue Patricio, el tipo más buen mozo que conocí. Tengo la desgracia de tener que cruzármelo con frecuencia, y no digo desgracia porque sea mal tipo sino porque con él ya no tengo chance. ¿Se preguntan por qué? Porque Patricio es gay. Claro que hace algunos años no lo era, o al menos no se animaba a admitirlo, y fue justo ahí cuando me enamoré... Perdidamente.

¿El resto? Sólo relaciones esporádicas...

Claudio: piloto de la aerolínea en la que trabajo y con el que tengo sexo ocasional. Nada realmente trascendente.

Jon Jairo: un comerciante exitoso que me espera en Colombia. Detesta el compromiso, sé que con él al altar no voy a ir. Así y todo, me regala el mejor sexo del mundo en cada encuentro.

César María: mexicano, más jóven que yo. Metrosexual y amigo de la joda. Trabaja hace años en el front desk del hotel donde nos alojamos con la tripulación en DF. Me regala todo lo que los huéspedes se olvidan en los cuartos. No me quejo. Gracias a él tengo un anillo divino que perteneció a Thalia y una remera negra que, supuestamente, era de Ricky Martin.

Oscar:(con acento en la O) el perfecto latin lover, ex balsero de Cuba y actual residente de Miami Beach, fue modelo y devino actor porno por falta de trabajo.
Si bien no es el candidato ideal para presentar a la familia es el único tipo realmente bueno de los que me rodean.


Ellos forman parte de mi vida junto a mi mamá, María de los Remedios. ¡Ni que mi abuela hubiera sabido que tendría una hija hipocondríaca! Vive llamándome a cada ciudad en que me encuentro para relatar enfermedades exóticas que cree padecer. Es un caso... Pero igual la quiero... Es mi mamá...

No puedo dejar de mencionar a mi vecina Amelia, una viuda paquetona, jugadora empedernida y vieja bataclana; cuida a Homero cuando viajo y es como la tía que siempre quise tener. Las pocas noches que paso en Buenos Aires la llevo al Bingo o al Casino flotante. Es mi forma de compensarle el cuidado que le brinda a mi adorado canario.

Esta es mi historia.

Los invito a que vuelen conmigo.